Grosellas

  Hebras narrativas

Cordillera Cantábrica

Lavapiés, domingo 1 de julio de 1984

Hoy por fin se ha acabado todo.

Esa bofetada termina nuestro trato.

Hace tanto tiempo que querías irte de veras, Xavier, cansado, hastiado de mí.

Me arropabas.

Me cubrías con tus brazos de gigante protegiéndome del frío y de la lluvia.

Me arrullabas con tus palabras de canciones de cuna, de historiador sabio y de cuentista ingenioso.

Aprendiste mis pesadillas de memoria.

Restañabas mis mocos y mis lágrimas cuando perdida, asustada, confusa, desesperaba por Aníbal.

Cuando en mis sueños y pesadillas una y otra vez aparece Labarca.

Tu mano suave e inmensa sobre la mía; sobre mi espalda y mis pechos; sobre mi vientre...

Sí, vientre como decía él...

¿Qué quieres que haga?

Con amor, con odio; no puedo dejar de pensar en él.

Te quise, Xavier; te quise cerca, pegado a mí; dentro de mí.

Todavía te quiero, Xavier.

¿Cómo no quererte?

Pero tú nunca fuiste ni quisiste ser completamente mío.

Tampoco yo lo quise.

Eso me hubiera aterrorizado sin remedio, sin medida.

¿Por qué entonces insistes en que yo sólo sea tuya?

No puedo, Xavier, no puedo.

Con estos otros... casi nunca ha pasado nada serio con ellos, Xavier, y tú lo sabes.

Entiéndeme: ninguno de ellos me importa, sino para gritarte a tu cara que no puedo... no puedo por más que lo quisiera.



Monche pensó en Amparo cuando, sin vacilar, quitó del tablón de anuncios del Centro Comunitario de Lavapiés el papel celeste donde, escrito a mano con muy bonita caligrafía de colegiala aplicada, se solicitaba un candidato al puesto de portavoz y coordinador madrileño de un proyecto de protección de osos, de rebecos y de lobos, que se iniciaría ese mismo verano en la Cordillera Cantábrica.

Su divorcio con Xavier ya estaba más que finiquitado y, aunque ya habían pasado su buen par de años desde que Felipe González se había convertido en el primer Presidente del Gobierno socialista desde el fin de la República sin que el mundo se viniese abajo, Monche sintió que no era por el lado de la política partidista por la que ella quería encauzar sus energías.

Divorcio sí...

¿Qué otra cosa les quedaba después de tantas broncas, infidelidades y mentiras? Después de tanto orujo y de tan poco dinero para pagar las cuentas que se acumulaban sobre el aparador. Después de tanto vagabundear cada uno por su cuenta; después de tantos flirteos y coqueteos.

—¿Estas son horas de llegar?

—No sabía que yo tuviera hora y tú no.

—Si no lo haces por mí; al menos hazlo por tus hijos.

—Son hijos tuyos también.

—A veces no estoy tan seguro.

—Vete a la mierda, Xavier.

Monche y Xavier se peleaban y muy pronto se reconciliaban; se arrullaban juntos, se acurrucaban; hasta que una noche, luego de una bofetada, de él a ella, ya no quisieron o no pudieron arrullarse de nuevo.

En esos últimos años Monche pensaba más y más en Amparo; en sus dibujos de arañas, de escarabajos y de orugas aladas que no querían tener que esperar a ser mariposas para echarse a volar a donde les diera la gana; pensaba en cómo ella, con su tenaz y obstinada preferencia por las verduras, las hortalizas y las legumbres, de no haberse muerto de ese horrible escopetazo, podría haber sido de muchas otras maneras una lúcida y nada de ingenua visionaria.

Pensaba que en toda su vida había saltado de una brasa a la otra; sin nunca —quizás ese breve tiempo platónico con Llagostera había sido la excepción— haberse dado en verdad un respiro, un sosiego.

Arrancó ese anuncio, buscó la Cordillera Cantábrica en el mapa que consultó en la biblioteca, leyó un libro ilustrado sobre rebecos, pensó otra vez en Amparo y se presentó a una entrevista.

—¿Y tú qué sabes de osos?

—De osos, o de lobos, o de rebecos... nada; pero os aseguro que tengo muchas ganas de aprender y de que lo haré muy rápido. A eso ya estoy acostumbrada.

—Vale. No hay muchos que sepan sobre ellos tampoco. ¿Puedes empezar el 6 de mayo, después de las fiestas?

—Por supuesto.

Madrid, jueves 28 de abril de 1985

Cordillera Cantábrica. Parque Regional Montaña de Riaño y Mampobre.
Foto: M. Dolores Paderne, CC.

Un capítulo en el que como editor he utilizado materiales diversos en su compilación: un fragmento del diario de Monche, por una parte; el texto de varios correos que le envió a Viviana Altman, por la otra. El resto del relleno es mi imaginación.

EF

Prolepsis (Flashforward) de 19 años; después regresamos.
En diciembre de 2004, Monche conoció a Julio: Un bar en Malasaña.


Última modificación: 14 de octubre de 2024.



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