Grosellas

  Hebras narrativas

Andean Forest
La música que Monche escuchaba esos días en el altillo de calle San Diego muy cerca del Teatro Matta.


Eso ya pasó, Monche, no tienes que explicarnos nada.
—No, tía.
—No volveremos a hablar sobre eso.
—Gracias, Teresa.

Pilar Rodríguez, Monche y Teresa
Santiago, 11 de marzo de 1971

El altillo de calle San Diego

Santiago, marzo de 1971.

Monche se instala en Santiago...

Al llegar a Santiago en marzo de 1971, Monche se instaló en el pequeño apartamento del altillo de la tienda de telas y de lencería que sus tíos Alberto y Pilar tenían en la calle San Diego al llegar a Avenida Matta con la sola obligación de oficiar de canguro semana por medio de viernes a domingo para los tres hijos de su prima Teresa y su marido Mauro Becerra en su casa de calle Matilde Salamanca. Fácil y económico, Mercedes estaría para siempre agradecida de su hermana Pilar.

Monche compartía el lugar con Alicia Mora Riquelme, una mujer que casi llegaba a los treinta, viuda, y que hacía catorce que trabajaba en la tienda de los tíos de Monche y ya ocho que ocupaba, oficiando de nochera, la habitación que daba a la calle. Monche ocupó la habitación que daba a un patio de luz, considerablemente más pequeña, pero con la inmensa ventaja de recibir el sol de la mañana.

Las reglas eran bastante simples.

Aunque podrían de vez en cuando compartir la cena si se daba el caso, dados sus diferentes horarios, cada una se prepararía su propia comida, debían esmerarse por siempre dejar la cocina y el baño rigurosamente limpios; ambas podrían recibir visitas en sus cuartos “del sexo que quieras” —le había dicho Alicia; pero ninguna de esas visitas podría quedarse a dormir por más de dos veces en una semana.

Monche había notado con gusto que no se veía ningún símbolo religioso en el dormitorio de Alicia y se alegró aun más cuando descubrió una pequeña foto clavada en la pared en la que se veía a Alicia y a otras dos mujeres junto a una cuarta joven que reconoció como Gladys Marín.

Un poco para entender qué piso pisaba en casa de sus tíos, Monche le preguntó a Alicia qué le había dicho la familia sobre ella.

—Tu prima Teresa te defiende algo; pero acuérdate que ella también es muy pechoña. Tu tía Pilar parece tenerte lástima, pero aprieta los dientes y mira para el otro lado cuando habla de ti o de tu mamá; ten cuidado con ella. Para tu tío Alberto, nunca dejarás de ser una puta o, como él dice, una zorra. Para mí, eres una mujer como cualquier otra... Me gusta que no seas momia como ellos.

—¿Te tratan bien?

—Son justos.

Con sus más de diez años de diferencia en edad, Alicia y Monche comenzaron a llevarse bien. Una noche, alrededor de un café y después de que ambas habían ido juntas a una marcha de la Unidad Popular, Monche le preguntó:

—¿Cómo es que eres viuda tan joven?

—Me lo mataron el 62 en lo de la José María Caro.

EF

La Escuela.

Última modificación: 9 de noviembre de 2023.



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