En torno a
tres poemas de César Vallejo
Al decir de Thomas Merton, de quien he leído, si acaso y muy a la ligera, sólo unas pocas decenas de páginas, César Vallejo (1892 1938) es the greatest Catholic poet since Dante and by Catholic I mean universal.
Merton juega bien y a propósito con esa polisemia y plurivalencia del adjetivo católico. Vallejo, militante comunista porque, qué mejor manera o conducto en los veinte y en los treinta del siglo pasado para luchar por los derechos civiles de tantos desposeídos, tuvo siempre ese diálogo angustioso y anhelante con ese dios católico de su infancia; ese dios hebreocatólico tan cercano y a la vez tan lejano; ausente, sordo y ciego; si toca, también hasta gansteril.
Espergesia
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.
Todos saben que vivo,
que soy malo; y no saben
del Diciembre de ese Enero.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.
Hay un vacío
en mi aire metafísico
que nadie ha de palpar:
el claustro de un silencio
que habló a flor de fuego.
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.
Hermano, escucha, escucha......
Bueno, Y que no me vaya
sin llevar diciembres
sin dejar eneros.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.
Todos saben que vivo,
que mastico... Y no saben
por qué en mi verso chirrían,
oscuro sinsabor de féretro,
luyidos vientos
desenroscados de la Esfinge
preguntona del Desierto.
Todos saben... Y no saben
que la Luz es tísica,
y la Sombra gorda
Y no saben que el Misterio sintetiza......
que él es la joroba
musical y triste que a distancia denuncia
el paso meridiano de las lindes a las Lindes.
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo
grave.
Espergesia
Los heraldos negros (1918)
Espergesia cierra Los heraldos negros (1918), el primer poemario de César Vallejo, anterior a su mucho más vanguardista Trilce de 1922. Una muy abundante cantidad de tinta (valga la manida sinécdoque) se ha gastado en tratar de explicar el significado del título de este poema en el que un buen número de especialistas en la poesía de Vallejo han querido ver un neologismo inventado por él a la manera de los muchos que aparecen a menudo en sus otros poemarios, sobre todo en Trilce, y también en los agrupados póstumamente bajo el título Poemas humanos.
Sin embargo, el significado de espergesia parece ser mucho más sencillo y sin necesidad de tantos quebraderos de cabeza.
Aunque la palabra no está registrada en
el Diccionario de la RAE, sí aparece en el viejo Diccionario de Autoridades: espergesia
es una
figura retórica que con una serie de procedimientos sintácticos y semánticos explica una oración (una sentencia) o,
extrapolando, explica la significancia de una situación; el origen oculto de una particular condición humana.
Así, podemos leer el título de este poema simplemente como... explicación.
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.
Eso explicaría todo.
Eso explicaría la mala fortuna, el abandono, en el que se encuentra el hablante de Los heraldos negros.
Describe esa angustiosa relación
de este hablante con ese dios, el suyo como el de Vallejo carne y hueso que en algún momento de su adolescencia pensó ingresar a un
seminario y convertirse en cura un dios católico que lo abandona dejándolo en el desamparo...
Esa vaca muge pero morirá y su mugido será
Eli Eli / lamma sabacthani para que el
vaquero le dé un lanzazo en el costado y esa
lanza llegue al más allá
Raúl Zurita
Purgatorio (1979)
Eli Eli / lamma sabacthani escribiría Raúl Zurita cincuenta años más tarde evocando esa misma profunda, insoportable sensación de absoluto abandono descrita por Mateo 27:46 y por Marcos 15:34; esto es, «¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?»
Vallejo y Zurita,
dos poetas profundamente ateos,
profundamente católicos,
profundamente místicos;
envueltos ambos en ese angustioso
anhelo por alcanzar un absoluto;
la comunión con un Amante esquivo, fantasmal y desdeñoso.
Dios el dios católico de Vallejo aparece bien a menudo en Los heraldos negros;
tanto que esa misma tradición y colección de tropos aprendidos en la escuela y desde el púlpito, la calle, la prensa, el lugar común es, seguramente, la que está detrás del torpe
verso antisemita que corona el poema Impía omitido en varias de las selecciones publicadas de la sección De la tierra:
...
Impía! Desde que tú partiste,
Señor, no ha ido nunca al Jordán,
en rojas aguas su piel desviste,
y al vil judío le vende pan!
Impía (fragmento)
Los heraldos negros
Pero digamos, por ahora, que eso es harina de otro costal.
Los heraldos negros contiene uno de los versos acerca del duelo y de la pérdida tan poderoso y penetrante que en sólo dos líneas logra tanto como las Coplas (1501) de Jorge Manrique o el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1935) de García Lorca.
No he encontrado en la poesía castellana (ni en la de otro idioma) dos versos que me hayan tocado y hecho encogerme tan profunda y tan violentamente cada vez que los leo
como estos dos primeros versos del poema A mi hermano Miguel.
Hermano, hoy estoy en el poyo de la casa,
donde nos haces una falta sin fondo!
Una falta sin fondo...
Dos versos, sólo dos breves versos;
una sola, una solitaria imagen que expresa,
como un terrible golpe al estómago,
la insuperable,
la interminable inmensidad del duelo,
del dolor,
tras la muerte de un hermano... o de una hermana.
El poema continúa...
Hermano, hoy estoy en el poyo de la casa,
donde nos haces una falta sin fondo!
Me acuerdo que jugábamos a esta hora, y que mamá
nos acariciaba: Pero hijos...
Ahora yo me escondo,
como antes, todas estas oraciones
vespertinas, y espero que tú no des conmigo.
Por la sala, el zaguán; los corredores.
Después, te ocultas tú, y no doy contigo.
Me acuerdo que nos hacíamos llorar,
hermano, en aquel juego.
Miguel, tú te escondiste
una noche de Agosto, al alborear;
pero, en vez de ocultarte riendo, estabas triste.
Y tu gemelo corazón de esas tardes
extintas se ha aburrido de no encontrarte. Y ya
cae sombra en el alma.
Oye, hermano, no tardes
en salir. Bueno? Puede inquietarse mamá.
A mi hermano Miguel
Los heraldos negros
Con todo, el más impactante poema en Los heraldos negros,
el más impactante poema de César Vallejo,
uno de los más impactantes poemas escritos en castellano
es el que abre el poemario...
Los heraldos negros
Hay golpes en la vida, tan fuertes . . . Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en la alma . . . Yo no sé!
Son pocos; pero son . . . Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán talvez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre . . . Pobre . . . pobre! Vuelve los ojos, como
cuando sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada
Hay golpes en la vida, tan fuertes . . . Yo no sé!
Golpes como el odio de Dios
En la puerta del horno
Allí donde viven anhelantes las esperanzas.
Yo no sé!
Saint Paul, 11 de julio de 2024
Una buena selección bilingüe de los poemas de César Vallejo se encuentra en:
Spain, Take This Chalice from Me and Other Poems.
Translated by Margaret Sayers Peden. Introduction by Ilan Stavens.
Penguin Books.