Sísifo
De vez en cuando, como todo el mundo.
El fumador y otros relatos
Querido diario:
Como en el poema de Karmelo Iribarren,
y esto es una sólo una rumia para pasar el rato,
es decir, una escritura con mucho de ficción...
...he decidido
no volarme hoy tampoco
la tapa de los sesos.
Nunca se sabe, con la vida,
me he dicho.
A vivir (fragmento)
Aunque hubo un tiempo en que fuimos muy amigos llegando a compartir un muy estrecho cuarto en una pensión de Avenida Almirante Latorre en Santiago, hacía mucho tiempo que había perdido todo contacto con él, de tal modo que no tengo la más mínima idea sobre qué estaba pensando Gonzalo cuando él sí decidió volarse la tapa de los sesos.
No importa qué Gonzalo.
No importa su apellido; mis amigos sabrán a quién me refiero.
También es cierto que hacía mucho tiempo que no me acordaba de Gonzalo. Sin embargo volví a tener un fuerte recuerdo de su mirada cristalina, dulce, profunda, penetrante y de su talante generoso y de apariencia menuda y frágil si bien a menudo podía ser también insoportablemente soberbio y arrogante, hace apenas unas semanas cuando por casualidad cayó en mis manos ese librito de Albert Camus que habla del mito de Sísifo.
No sé a quién le debía Gonzalo su interés por Camus, yo se lo debo a Helio Gallardo, mi profesor de Filosofía el año 1970 cuando cursaba el Sexto de Humanidades que entonces era el nombre del último grado de la Escuela Secundaria. Hacía mucho tiempo que Gonzalo y yo habíamos perdido contacto cuando supe de su suicidio, pero recuerdo que teníamos en común una profunda admiración por Camus junto a un profundo desdén por Sartre y recuerdo también que en una de esas noches en las que compartíamos el cuarto en la pensión de Almirante Latorre, pasamos horas discutiendo sobre el significado del resplandor del sol en los ojos de Mersault segundos antes de que se convirtiera en un asesino.
El librito de Camus El mito de Sísifo se abre con un breve ensayo filosófico en el que el autor aborda lo que en su parecer es el único problema filosófico realmente serio: el suicidio. Juzgar que la vida vale o no la pena de ser vivida.... A mi entender Camus nunca realmente le da una respuesta definitiva a este pregunta lo que en parte, constituye en sí mismo la más contundente respuesta: hay ahí una profunda incerteza y una insuperable ambigüedad, de lo que se desprende que si bien hay la pregunta sobre si la vida vale o no la pena vivirla, hay también la pregunta sobre si vale la pena ponerle fin voluntariamente.
Antes de meternos en otra larga discusión, aceptemos por ahora que es posible ejercer nuestra voluntad y que tal cosa (la voluntad) existe.
Prometeo le dio a la humanidad el secreto del fuego por lo que fue castigado por Zeus encadenándolo a una montaña del Cáucaso donde un águila le devoraba eternamente su hígado el cual, siendo de un inmortal, volvía a crecer. En cuanto a Sísifo hay al menos tres disímiles versiones que dan cuenta de las razones de su caída y condena. Sin entrar en detalles, una de estas versiones acusa a Sísifo de impío. Otra, afirma que era un bandido asaltante de los viajeros que transitaban por los caminos. Según una tercera versión (y probablemente todo el cuento es una combinación de las tres) Sísifo, testigo de los hechos, se fue de lengua y le comunicó a Asopo que el secuestrador de su hija Egina no había sido otro sino el mismísimo Zeus.
Aunque como Harvey Weinstein, Zeus tenía ya una merecida y reconocida fama de violador, le enfureció la acusación de Sísifo y luego de una pasada por los infiernos lo condenó a subir una pesada e inmensa roca hasta la cima de una montaña... con el agravante que cada vez que Sísifo cumplía su cometido, la roca rodaba cuesta abajo y Sísifo debía comenzar de nuevo su tarea eternamente una y otra vez.
Albert Camus escribe que tal es el epítome de una tarea absurda e inútil.
Puedo imaginar ese segundo de extática satisfacción en el rostro de Sísifo cuando cumple su cometido... y puedo imaginar también la insondable desazón que estremece todo su cuerpo cuando un segundo más tarde ve rodar la roca hasta el pie de la montaña.
Aunque la ya frecuentemente citada frase de Albert Einstein que define la insensatez como el acto de hacer una y otra vez la misma cosa con la esperanza de obtener un resultado diferente es con toda probabilidad falsa no hay documento alguno que pruebe que Einstein haya dicho o escrito alguna vez tal cosa es útil tenerla aquí en cuenta.
El punto es que Sísifo no es un insensato; Sísifo sabe que el resultado será el mismo una y otra vez...
¿Qué puede hacer Sísifo de cara a su destino, en palabras de Camus, absurdo e inútil?
Se me ocurre que una alternativa es terminarlo de una manera radical, definitiva y absoluta. De pie en la cima de la montaña Sísimo asume para sí el más transcendente acto de rebeldía que es el suicidio, es decir, el no aceptar sumisamente la obligación de seguir viviendo.
De pie en la cima de la montaña, Sísifo no baja resignado por la ladera en busca de la roca de nuevo. Por el contrario, Sísifo mira hacia el otro lado de la cima en el que se abre un precipicio. De pie ahí, Sísifo salta al vacío que bien sabe lo liberará de su absurda condena.
«Me voy y tú, Zeus, puedes meterte la roca por donde te quepa.»
Sin embargo, Sísifo tiene otra alternativa, más sutil, pero igualmente rebelde. Sísifo asume para sí su destino; se apropia de él. Con esta otra alternativa, Sísifo se dirige a Zeus, se dirige a su destino, se dirige a su mala suerte, y le dice:
«No me verás doblegado ni desesperado. Voy a volver a subir esta maldita roca hasta la cima de esta maldita montaña mientras a mí, sin esperar otro resultado (no soy un iluso), me dé la puta real gana hacerlo.»
Un acto de rebeldía que se expresa afirmando una absoluta y radical tozudez.¹
Coda
Como seguramente es el caso de la gran mayoría
de los hombres de mi generación (o de cualquier generación)
tuve una relación complicada
con mi padre que se expresaba, entre muchas otras cosas,
en el hecho que nunca pude usar el familiar tú
al dirigirme a él, sino siempre el formal, respetuoso, deferente usted.
De cualquier modo siempre admiré su inquebrantable perseverancia, resiliencia le llaman ahora.
Aun cuando desde muy niño hasta ya muy mayor cercano a los noventa años de vida,
tuvo que enfrentarse a múltiples y diversas adversidades que le hacía mirar
con mucha desconfianza y escepticismo lo que podría depararle el futuro,
nunca lo vi doblegado.
De ahí que por mucho tiempo me haya gustado describirlo
como un hombre pesimista, pero con esperanza.
Mientras escribía esta rumia,
me he dado cuenta que por años he estado profundamente equivocado.
Mi padre no era ningún iluso; él no abrigaba ninguna falsa o ilusoria esperanza.
Su rebeldía era más profunda; le salía de lo más profundo de sí mismo;
de lo más profundo de sus cojones.
Él era un hombre pesimista pero tozudo.
Vale.
¹ Claro está que esta lectura tiene una inmediata contra lectura.
Existe la posibilidad que al apropiarse así de su destino, Sísifo alienadamente no esté haciendo otra cosa sino asumir
la posición de su opresor.
Dejemos esa contra lectura para otra rumia.
Saint Paul, 29 de mayo de 2025