Dos poemas...
para este día (y semana) de los muertos
A Carmen la recuerdo todos los días... no solamente el 1 o el dos de noviembre... Aquí os dejo dos de sus poemas.
Carmen Soto Feliú, 1960 1997
Autorretrato
Despojo otoñal
Se aproxima el despojo otoñal
con sus amarillas nostálgicas naranjas.
Se alargan las sombras crepusculares,
el carnaval de fantasmas
que vuelan de hoja en hoja.
Así iré quedando dormida,
desnuda,
como semilla bajo la tierra
aguardando a la próxima primavera,
mientras germino lenta,
casi imperceptible,
hasta brotar.
Carmen Soto Feliú
Los dioses enamorados
Yo soy
Ha pasado el tiempo culminante
de mi muerte.
Ahora estoy adormecida,
convaleciente,
de los primaverales encantos
del próximo equinoccio.
El invierno implacable
me desnudó otra vez el alma
dejándome como el árbol en espera.
Su regalo:
yo,
mis huesos,
mi piel,
mi sangre
que derramo hacia la tierra en los ciclos de luna.
Sé del lenguaje de las no palabras
y de los ojos secretos escondidos bajo las piedras.
Carmen Soto Feliú
Los dioses enamorados
Si viviese todavía en Temuco ayer habría ido al cementerio con un ramo de yuyos y de dientes de león para Carmen...
...con un ramo de claveles rojos y rosados adornado con helechos para mi madre y otro similar para mi padre.
Recorrería con mi vista las corridas y columnas de nichos en ese inmenso mausoleo de los españoles de Temuco, deteniéndome frente a los de mi tío Nicolás Rueda (el primer muerto que recuerdo, allá en 1958) y de mi tía Ema Sánchez seis años más tarde.
Como seguramente lo hubiese hecho mi padre, reconocería otros nombres; con seguridad el de Mateo Sáez, el de Ñico Rueda, el de Enrique Monet, el de Epifania Lazarán...
Sus nombres son recuerdos agridulces de mi infancia, de mi adolescencia.
Olor a flores frescas.
Rumor de pisadas sobre esas baldosas blanquinegras.
Sol, lluvia y escarcha de esas mañanas frías de noviembre.
Sus nombres esculpidos en mármol resaltan en ese fresco lugar de recogimiento, de silencio y de memoria.
Otros de mis muertos están esparcidos anónimos y fugaces en la espuma de las olas y en las arenas de los desiertos.
A ellos también los recuerdo.
Saint Paul, 2 de noviembre de 2024