Una verde y otra negra.
Lo que la verde pujaba,
lo remejía la negra.
La verde reverdecía.
Rompe, furiosa, la negra.
Blas de Otero
Con la inmensa mayoría
Barajas
Después de la desaparición de Aníbal (ya lo sabíamos desde la Obertura), Monche se asiló en Madrid.
Llagostera le dio una carta para Xavier Castelló y le aseguró que allí las cosas cambiarían para mejor muy pronto.

Xavier esperaba a Monche con una rosa roja en la mano.
Monche llegó a Madrid con mil ciento treinta y cuatro dólares en el bolsillo. Ciento treinta y cuatro estaban en el sobre que le tendió Tomasa antes de que ella bajase cargando una maleta y un bolso de lona las escaleras del altillo en calle Portales en que había vivido su último año en Temuco.
Montserrat, toma; son dólares; pocos, no te creas; pero no es mucho más lo que tengo... A Casimiro no le volví a ver; pero a ver si tú tienes más suerte.
Gracias, Tomasa... de verdad que...
Déjate ahora de bobadas; cuídate, Cabezadura.
A pesar de la enconada oposición de su marido, los otros mil, junto al pasaje en un Iberia, se los dio Teresa.
Allí estaba Xavier; saliendo a la izquierda detrás de la doble puerta, de camisa blanca, pantalones negros y chaqueta azul marino, con una rosa roja en la mano.
Bienvenida le dijo.
☜ Volver a Monche en Lavapiés.
☞ Rizo.
Teresa Capellán.
Última modificación: 16 de mayo de 2025.