Grosellas

  Hebras narrativas

Elvira escribe...

¿Dónde estabas esa otra noche, Aníbal? ¿Esa otra mañana? ¿Por qué es que no puedo imaginarte? ¿Por qué es que no puedo escribir ese horror espantoso?

Aníbal, mi amor. Te despertó el graznido espantado de los queltehues, el aleteo despavorido de las torcazas; el humo picante de las bengalas.

No seas imbécil, Elvira. ¿Qué mierda escribes? No hubo queltehues, no hubo torcazas, no hubo bengalas. Sólo una patada en la puerta la que cedió feble como una cortina de paja.

—Necesito mis gafas —dijiste.

—No se preocupe, señor; no las va a necesitar —te dijeron.

No seas imbécil, Elvira.

—Necesito mis gafas —dijiste.

—No te preocupí, concha'e tu madre. Pa' onde te llevamoh no lah vai a necesitar.

—No puedo ver nada sin ellas —insististe.

—¿Y pa' qué querí mirar, huevón?



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Última modificación: 28 de septiembre de 2024.



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