La Celestina

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viii. Consejo caído en saco roto

M
ientras a Sempronio, quien como se le había confiado a Celestina, menos le importaba el negocio para sacar a su amo de sus penas de amor, como salir él mismo de la miseria, Pármeno, inocente al fin, aun pensaba que mejor podía servir si lo alejaba de la alcahueta. Por eso, cuando estando los dos solos, Calisto le abrió su corazón no dejó pasar la oportunidad de aconsejarle.

Cien monedas. Cien monedas son el equivalente a diez doblones, es decir, 320 reales... los que equivalían a cerca de once mil maravedíes. Aunque no tenemos listas de precios ni de salarios para 1498; hay algunos datos para 1560. Así podemos decir que generosamente Calisto le dio a Celestina el equivalente al salario de seis a ocho meses de un albañil especializado. A modo de comparación, pensemos que en esos mismos años 1 arroba de vino (16 litros) costaba 6 reales y una hogaza de pan costaba 34 maravedíes (un real). Un peón de campo recibía 40 maravedíes al día más la comida.
...trotaconventos. Recordemos que Trotaconventos es un personaje —una alcahueta— creado por Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita, (1283 - 1350) en El libro de buen amor (1330) que iba de convento en convento llevándoles putas a los monjes.

Y comportándose como un adolescente (y en verdad eso es lo que Calisto a pesar de su edad todavía era) al que le han negado un deseo, Calisto montó en su caballo y salió enfadado de su casa, dejando a Pármeno rumiando sus pensamientos... los que inevitablemente se fueron volviendo poco a poco en contra de su ingrato amo.

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Un poco más sobre monedas y precios:
1 blanca = ½ maravedí
34 maravedís = 1 real
16 reales = 1 escudo
32 reales = 1 doblón.
En 1560 una hogaza de pan costaba un real, aproximadamente lo mismo que una libra de sardinas secas y que tres litros de vino. Un albañil ganaba 102 maravedís al día, su compañero trastejador (techero) 68. En las casas de mancebía (prostíbulos), una prostituta cobraba como mínimo ½ real por prestación. En 1497 en Salamanca, un tal Juan Arias Maldonado recibió de la ciudad el título de padre de la mancebía (gerente de un prostíbulo) luego de pagar cerca de 100 reales por la licencia anual. A mediados del siglo XVI había en Madrid cerca de 80 casas de mancebía con licencia municipal.